Despertó bien entrada la mañana; pero el sol no llegaba a
iluminar del todo el Parque Profundo. Sobre los edificios de las compañías había
un techo de nubes negras. Iván las tomo por nubes corrientes; más tarde el
ingeniero Gabler le explicaría que eran fabricadas por tres chimeneas de
ladrillo, encargadas de mantener una nubosidad permanente sobre los terrenos de
la compañía. Morodian odiaba el sol. Las nubes provocaban una llovizna constante,
que oxidaba los juegos del viejo parque.
Iván regreso al edificio principal. Subió las escaleras sin
encontrar a nadie, pero al doblar por un pasillo se encontró de frente con un
hombre de barba. Vestía un guardapolvo y tenía el puente de los gruesos
anteojos pegados con cinta adhesiva.
-¿Iván Dragó? A usted venía a buscarlo. Me han encargado que
lo lleve al departamento de ingeniería en juegos.