La sala de ingenieros - Capítulo del libro

Despertó bien entrada la mañana; pero el sol no llegaba a iluminar del todo el Parque Profundo. Sobre los edificios de las compañías había un techo de nubes negras. Iván las tomo por nubes corrientes; más tarde el ingeniero Gabler le explicaría que eran fabricadas por tres chimeneas de ladrillo, encargadas de mantener una nubosidad permanente sobre los terrenos de la compañía. Morodian odiaba el sol. Las nubes provocaban una llovizna constante, que oxidaba los juegos del viejo parque.
Iván regreso al edificio principal. Subió las escaleras sin encontrar a nadie, pero al doblar por un pasillo se encontró de frente con un hombre de barba. Vestía un guardapolvo y tenía el puente de los gruesos anteojos pegados con cinta adhesiva.
-¿Iván Dragó? A usted venía a buscarlo. Me han encargado que lo lleve al departamento de ingeniería en juegos.

El colegio de Zyl - Capítulo de el libro

Durante varios días la atención de Iván estuvo capturada por el juego de Morodian. A pesar de que era uno de sus primeros inventos, Morodian había alcanzado allí una complejidad extraordinaria. A cada paso, las reglas cambiaban. El juego transcurría en un laberinto similar al de Zyl, pero había otro laberinto, que era el que formaba los cambios de las reglas. En el juego se contaba la muerta del padre de Morodian, y se daban como culpable a Aab. Había un secreto, he Iván no tardo en descubrirlo: el secreto era el odio.
Pero pronto Iván se distrajo del juego de Morodian porque el verano llegaba a su fin y lo esperaba un nuevo colegio. Su abuelo ayudo a preparar la mochila: le dio una lapicera, varios cuadernos forrados en papel araña y una serie de elementos que se prendieron a Iván.